El tiempo de Adviento
Significado de la corona de Adviento:
Cada
tiempo litúrgico tiene sus propios signos. El Adviento también los
tiene. La Corona de Adviento viene del Norte de Europa precisamente
de Escandinavia y en los últimos
años
ha entrado con fuerza en nuestras comunidades cristianas. Consiste en
un soporte circular revestido de ramas verdes (sin flores) sobre el
que se colocan cuatro velas (el color morado es el más apropiado).
Estas velas simbolizan las cuatro semanas del tiempo
de
Adviento y se encienden progresivamente cada uno de los domingos. La
corona debe colocarse en un lugar visible en el presbiterio, bien
cerca del altar, bien cerca del ambón, sobre una mesita o sobre un
tronco de árbol o colgada del techo. También es costumbre en los
países alemanes el llevar estas velas a casa y ponerlas
en
lugares destacados para significar la espera del Mesías, de ese modo
la celebración litúrgica entra en el cotidiano, en la vida
familiar, en las costumbres caseras y empapa de sentido cristiano y
de sabor mesiánico toda la vida del cristiano. Para nosotros
cristianos del siglo XXI el Adviento es un tiempo real y presente
que, al bucear en el ayer mesiánico, nos lanza hacia el futuro
profético. En todo el proceso está la Trinidad Santa; el Padre que
crea, el Hijo que viene a este mundo a recrearlo y el Espíritu Santo
que lo santifica y lo une en el amor.
ORACIÓN
PARA ENCENDER EL PRIMER CIRIO DE LA CORONA DE ADVIENTO:
Un
año más llena la Iglesia el potente pregón de Juan el Bautista que
renueva el de los antiguos profetas:: “Preparadle el camino al
Señor, allanad sus senderos... La salvación está ya cerca de sus
fieles y la gloria habitará en nuestra tierra.” Señor Jesús,
esta primera luz que vamos a encender nos avisa que debemos preparar
tu venida en nuestros corazones, en nuestra familias, en nuestros
lugares de trabajo y en esta comunidad cristiana que visitas sin
cesar cuando te celebra con alegría. Concédenos que este aumento de
la luz que podemos ver, signifique en cada uno de nosotros la
expulsión de las tinieblas del pecado. Te lo pedimos a ti que vives
y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
I
Domingo de Adviento
La
primera lectura de la Misa pertenece al Profeta Jeremias. Y nos
anuncia la esperanza que los profetas dirigían al pueblo de Israel
hundido y dispersado, estos anuncios de esperanza van también
dirigidos a todos nosotros cristianos del siglo XXI.
PALABRA
DE DIOS
Primera
Lectura:
Jeremias,33,14-16 Anunciar
que el Señor se acerca, caminos de Esperanza.
Salmo:
" A ti, Señor, levanto mi alma. tu salvación"
" A ti, Señor, levanto mi alma. tu salvación"
Segunda Lectura: 1ª
Tesalonicenses,3,12-4,2
Evangelio Lucas: 21,25-28.34-36
”Levantaos alzar la cabeza se acerca vuestra liberación. Tener cuidado no se embote la mente con el vicio, la bebida, y los agobios de la vida.
”Levantaos alzar la cabeza se acerca vuestra liberación. Tener cuidado no se embote la mente con el vicio, la bebida, y los agobios de la vida.
Comienza
el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el Profeta
Isaías: “Yo envió mi mensajero delante de ti para que te prepare
el camino. Una voz grita en el desierto. “Preparad el camino del
señor, allanad sus senderos”. Juan bautizaba en el desierto;
predicaba que se convirtieran y se bautizaran para que se le
perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén,
confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba
vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y
se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: “Detrás
de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para
desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero Él os
bautizará con Espíritu Santo. “PALABRA DE DIOS”.
“Vivir
según el domingo”
Los santos de todos
los tiempos nos han dejado testimonios del influjo profundo que la
celebración de la Eucaristía ha ejercido sobre su estilo de vida.
San Ignacio de Antioquia presentaba a los cristianos como los que
“viven según el domingo”. Esta fórmula del gran mártir ilumina
claramente la relación entre la realidad eucarística y la vida
cristiana en su cotidianeidad. La costumbre característica de los
cristianos de reunirse el domingo para celebrar la resurrección de
Cristo es el hecho que define también la forma de existencia
renovada por el encuentro con Cristo.
Esta fórmula de San
Ignacio subraya el valor ejemplar que este día santo tiene respecto
a cualquier otro día de la semana. El Papa Benedicto XVI, en su
bella Encíclica Sacramentum caritatis nos dice: “en
efecto, su diferencia no está simplemente en dejar las actividades
habituales, como una especie de paréntesis dentro del ritmo normal
de los días. Los cristianos siempre han vivido este día como el
primero de la semana, porque en él se hace memoria de la radical
novedad traída por Cristo. Así pues, el domingo es el día en que
el cristiano encuentra esa forma eucarística de su existencia y a la
que está llamado a vivir constantemente. Vivir según el domingo
quiere decir vivir conscientes de la liberación traída por Cristo y
desarrollar la propia vida como ofrenda de sí mismos a Dios, para
que su victoria se manifieste plenamente a todos los hombres a través
de una conducta renovada íntimamente” (n. 72).