La Diócesis de Salamanca está dividida eclesiásticamente en 7 arciprestazgos: 3 urbanos y 4 rurales, que comprenden 30 parroquias urbanas y 375 parroquias rurales, incluidos también otros centros de culto. La Parroquia San Pedro Apóstol de Salamanca pertenece al Arciprestazgo de San Pedro Apóstol, en Trastormes. Aquí os mantendremos informados de la actualidad parroquial. Sita en la Calle La Iglesia, 51 37008 Salamanca. Teléfono 923 19 86 99 Su párroco actual es D. José Luís Sánchez Moyano.
lunes, 8 de junio de 2020
LUNES DE FIESTA CHICA
domingo, 7 de junio de 2020
PROCESION DOMINGO
FIESTA DE LA VIRGEN DE LA SALUD
ORACIÓN
Señor, Tú
eres nuestra Salud.
A Ti
acudimos, guiados por María,
tu Madre y
nuestra Madre.
Muéstranos,
Señor, tu rostro,
para que
podamos alegrarnos
con la
salvación que gratuitamente nos ofreces.
Tú, que
pasaste haciendo el bien
y curando a
los oprimidos por el pecado,
pasa también
a nuestro lado.
Tócanos con
tu gracia,
confórtanos
en nuestras enfermedades
y
sufrimientos,
y concédenos
el don de la salud.
Haz que
aprendamos a buscarte,
a
descubrirte en tu palabra y en tus sacramentos,
en los
enfermos y en los que padecen.
Haz que
aprendamos a amarte y a seguirte
como te amó
y te siguió María,
Nuestra
Señora de la Salud;
para que con
Ella, y con los ángeles y los santos,
te alabemos
por siempre,
a Ti, que
con el Padre y el Espíritu Santo, eres Dios
y vives y
reinas, inmortal y glorioso,
por los
siglos de los siglos.
Amén.
sábado, 6 de junio de 2020
PROCESIÓN DEL SABADO
HIMNO A LA STMA. VIRGEN DE LA SALUD
Virgen santa, madre de Amor, salud y esperanza del obre que en su dolor, pone en tus manos su confianza.
El Tormes besando tu trono de flores te canta canciones, canciones de amores.
Como río inmenso tus
hijos se llegan a tus pies hermosos y humildes los besan.
Buscando la salud de
cuerpo y alma tus fieles a Ti llegan. Madre mía, salud en Ti buscando los
enfermos y las almas que sufren alegría.
Como el rio besando
las arenas las arrastra en su alas presuroso, así al besar tus pies las almas
buenas, la salud de Ti lleven y el reposo
CANCIONES PARA MARÍA 2
Novena a la Virgen de la Salud. Día noveno: ASUNCIÓN DE MARÍA A LOS CIELOS
ORACIÓN DE COMIENZO
La alegría por esta solemnidad es lo primero que nos reclama la
liturgia. La composición de lugar nos sitúa ante la «señal grandiosa que
apareció en el cielo: una mujer con el sol por vestido, la luna bajo sus pies,
y en la cabeza una corona de doce estrellas». La petición: poder llegar a
participar con Ella de la misma gloria en el cielo. Por Jesucristo nuestro
Señor.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
1,39-56.
En aquellos días, María se puso en camino y
fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y
saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó
la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en
grito:
-¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el
fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de
mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría
en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor
se cumplirá.
María dijo:
-Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo.
Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes;
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-,
en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.
María se quedó con Isabel unos tres meses y
después volvió a su casa.
Palabra del Señor
MEDITACIÓN
Contemplar a María
El Apocalipsis, con su rica imaginería, fija nuestra mirada en
la Mujer. Concretamente en su gloria. Es la nueva Eva que engendra al Salvador.
La gloria de María se conecta con el triunfo del Resucitado. Así es el
realismo de la salvación en Cristo. En efecto, Él es el primer resucitado.
Cristo nos vivifica a todos. Por su acción ha tenido lugar la glorificación de
María, su Asunción en cuerpo y alma al cielo. María, ahora, bien puede entonar,
para que todos lo oigamos: «El Señor hizo en mí maravillas».
El Poderoso ha hecho obras grandes por mí
Es muy amable el encuentro entre María e Isabel. Con ésta declaramos a
María bendita entre las mujeres y bendito el fruto de su vientre. Sentimos el
gozo de la presencia de Cristo en la Virgen. Nuevamente la proclamamos dichosa
por haber creído, por la radicalidad de su fe y de su entrega. Le agradecemos
su sí incondicional al mensajero divino.
La meditación dará hoy nuevo sentido al Magníficat que cada atardecer
canta la Iglesia. Se trata de repasarlo pausadamente y de dejarse empapar de
los sentimientos de quien lo cantó por primera vez. Hay que verlo como sinfonía
que desarrolla la más maravillosa frase musical: «Soy la esclava del Señor;
hágase en mi según tu palabra».
Dos realidades importan: la conciencia del poder y de la grandeza de
Dios que, de lo que aparentemente no es nada, saca grandeza de salvación y,
luego, retener que la gloria de María tuvo su fundamento en el servicio y la
caridad fraternales.
Dios mío, ¡qué gran
misterio de amor me propones hoy para mi meditación! A pesar de que una espada
atravesó el corazón de tu Madre Santísima, ella siempre se mantuvo firme en la
fe y con gran amor hoy me acoge, me ama y me enseña las virtudes que me pueden
llevar a la santidad.
ORACIÓN FINAL
Buen Padre Dios, que hiciste
subir al cielo a la Virgen María para hacerla gozar de tu gloria, concédenos
vivir en este mundo sin perder de vista los bienes del cielo, viviendo con la
esperanza de disfrutar eternamente de tu presencia amorosa.
Amén.
VICTORIA
EN TRES NIVELES
La
Asunción de María a los cielos se puede decir que tiene tres niveles:
a) Es la victoria de Cristo Jesús: el Señor
Resucitado, tal como nos lo presenta Pablo, es el punto culminante del plan
salvador de Dios. Él es la "primicia", el primero que triunfa
plenamente de la muerte y del mal, pasando a la nueva existencia. El segundo y
definitivo Adán que corrige el falló del primero.
b) Es la victoria de la Virgen María, que, como
primera seguidora de Jesús y la primera salvada por su Pascua, participa ya de
la victoria de su Hijo, elevada también ella a la gloria definitiva en cuerpo y
alma. Ella, que supo decir un "sí" radical a Dios, que creyó en él y
le fue plenamente obediente en su vida (."hágase en mí según tu
Palabra"), es ahora glorificada y asociada a la victoria de su Hijo. En
verdad "ha hecho obras grandes" en ella el Señor.
c) Pero es también nuestra victoria, porque el triunfo
de Cristo y de su Madre se proyecta a la Iglesia y a toda la humanidad. En
María se retrata y condensa nuestro desuno. A1 igual que su "sí" fue
como representante del nuestro, también el "sí" de Dios a ella,
glorificándola, es también un sí a nosotros: nos señala el destino que Dios
quiere para todos. La comunidad eclesial es una comunidad en marcha, en lucha
constante contra el mal. La Mujer del Apocalipsis, la Iglesia misma, y dentro
de ella de modo eminente la Virgen María, nos garantizan nuestra victoria
final. La Virgen es "figura y primicia de la Iglesia, que un día será
glorificada; ella es consuelo y esperanza de tu pueblo, todavía peregrino en la
tierra" (prefacio).
viernes, 5 de junio de 2020
Novena a la Virgen de la Salud. Día octavo: MARÍA JUNTO A LA CRUZ DE JESÚS
ORACIÓN DE COMIENZO
Dios mío, ¡qué gran
misterio de amor me propones hoy para mi meditación! A pesar de que una espada
atravesó el corazón de tu Madre Santísima, ella siempre se mantuvo firme en la
fe y con gran amor hoy me acoge, me ama y me enseña las virtudes que me pueden
llevar a la santidad.
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 19, 25-27
Junto a la cruz de
Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y
María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo:
«Mujer, aquí tienes a tu hijo».
Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el
discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor
MEDITACIÓN
Meditación del Papa Francisco
Nuestro camino de fe está unido de manera indisoluble a María desde el
momento en que Jesús, muriendo en la cruz, nos la ha dado como Madre diciendo:
“He ahí a tu madre”. Estas palabras tienen un valor de testamento y dan al
mundo una Madre. Desde ese momento, la Madre de Dios se ha convertido también
en nuestra Madre. En aquella hora en la que la fe de los discípulos se
agrietaba por tantas dificultades e incertidumbres, Jesús les confió a aquella
que fue la primera en creer, y cuya fe no decaería jamás. Y la “mujer” se
convierte en nuestra Madre en el momento en el que pierde al Hijo divino. Y su
corazón herido se ensancha para acoger a todos los hombres, buenos y malos, y
los ama como los amaba Jesús. La mujer que en las bodas de Caná de Galilea
había cooperado con su fe a la manifestación de las maravillas de Dios en el
mundo, en el Calvario mantiene encendida la llama de la fe en la resurrección
de su Hijo, y la comunica con afecto materno a los demás. María se convierte
así en fuente de esperanza y de verdadera alegría.
La Madre del Redentor nos
precede y continuamente nos confirma en la fe, en la vocación y en la misión.
Con su ejemplo de humildad y de disponibilidad a la voluntad de Dios nos ayuda
a traducir nuestra fe en un anuncio del Evangelio alegre y sin fronteras. De
este modo nuestra misión será fecunda, porque está modelada sobre la maternidad
de María. A ella confiamos nuestro itinerario de fe, los deseos de nuestro
corazón, nuestras necesidades, las del mundo entero, especialmente el hambre y
la sed de justicia y de paz; y la invocamos todos juntos: ¡Santa Madre de
Dios! (Homilía de S.S. Francisco, 1 de enero de 2014).
ORACIÓN FINAL
Señor, no quiero acabar hoy mi oración sin darte
gracias por el regalo que nos dejaste un poco antes de morir. Estabas con unos
dolores terribles, con una muerte inminente, y todavía tuviste fuerzas para
mirar a Juan y decirle: “Ahí tienes a tu madre”. No quisiste que nos quedáramos
huérfanos. Todo el derroche de fortaleza y de ternura que había tenido María
contigo hasta el momento supremo de la Cruz, no quisiste que se perdiera, sino
que quedara para todos nosotros. Gracias, Señor, por tanto amor.
CANCIONES PARA MARIA
jueves, 4 de junio de 2020
Novena a la Virgen de la Salud. Día septimo: MARIA EN CANÁ
ORACIÓN DE COMIENZO
Haznos, Señor,
sensibles y atentos como María a las necesidades de los demás. Quiero, Señor,
ser buena “escucha” de mis hermanos y saber reconocer que quien le da buen
sabor a la vida es el buen vino de tu Reino. Devuélvenos, Señor, la vitalidad y
la alegría que irradia tu presencia y tu acción en la boda de Caná.
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 2,
1-11
Tres días después se
celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de
Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus
discípulos. Y no tenían vino, porque se había acabado el vino de la boda.
Le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde:
«¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» Dice
su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga.»
Había allí seis tinajas de piedra, puestas para
las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice
Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta
arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos
lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como
ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo
sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven
primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has
guardado el vino bueno hasta ahora.» Tal comienzo de los signos hizo
Jesús, en Caná de Galilea, y manifestó su gloria, y creyeron en él sus
discípulos. Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus hermanos y sus
discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.
MEDITACIÓN
En el Antiguo
Testamento, la fiesta de las bodas era un símbolo del amor de Dios hacia su
pueblo. Era lo que todos esperaban en el futuro. Y precisamente en una fiesta
de bodas, junto a una familia y una comunidad, Jesús cumple su “primer signo”.
La alegría de esta
fiesta pronto se ve ensombrecida: falta el vino. La virgen percibe esta
situación y acude a su hijo.
Llama la atención la respuesta de Jesús: “Todavía no ha llegado mi hora”. La
hora de Jesús es su muerte y resurrección. Solamente en ese momento, es esta
“hora” el misterio de Jesús llegará a su plenitud.
Ahora, en Caná, estamos al inicio del ministerio público de Jesús, por eso Él
mismo dirá a su madre que no ha llegado el momento de su manifestación pública
y total. Jesús irá desvelando poco a poco su identidad y por eso va a realizar
este primer signo.
Esta sociedad necesita
la reacción vigorosa de quienes creemos que todo hombre tiene una dignidad,
pues es criatura de Dios y hermano nuestro.
Como María necesitamos
aprender a presentarle a Jesús, no solo nuestras necesidades, sino las de los
vecinos, de los amigos, de los que sufren por diversas circunstancias… que se
les acabó el vino o no han conocido el vino nuevo: Amor, fe, alegría y paz,
servicio, fraternidad… ¿Si conoces las bondades del Señor para ti, por qué
escondérselas a los demás que sufren porque no las conocen? El amor es el vino
nuevo que necesitamos para crecer en la fe. ¿La lectura orante de la Palabra,
los sacramentos, la ayuda a los demás… son tu apoyo?
ORACIÓN FINAL
Señor dame la gracia de ser un buen «escucha», que
sepa obedecer como María, alegremente tu llamo, que sepa reconocer que quien le
da sabor a nuestra vida, es el buen vino de tu Reino.
miércoles, 3 de junio de 2020
Novena a la Virgen de la Salud. Día sexto: MATERNIDAD DE MARÍA
ORACIÓN DE COMIENZO
Ora hoy y presenta al Señor las palabras del Papa
Francisco en la festividad de Santa María, Madre de Dios:
El Espíritu… derrita lo
que está cerrado y nos conceda volvernos tiernos delante de la debilidad del
Niño Jesús. La paz de hecho, necesita de la fuerza de la mansedumbre, la fuerza
no violenta de la verdad y del amor. En las manos de María, Madre del Redentor,
ponemos con confianza filial todas nuestras esperanzas.
A Ella le pedimos que el
evangelio de la fraternidad, anunciado y testimoniado por la Iglesia, pueda
hablar a cada conciencia y abatir las murallas que impiden a los enemigos
reconocerse como hermanos.
Lectura
del Santo Evangelio según San Lucas 2,16-21
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén
y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo,
contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se
admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas,
meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a
Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse
los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como
lo había llamado el ángel antes de su concepción.
MEDITACIÓN
Hoy, la Iglesia contempla la maternidad de la Madre de
Dios, modelo de su propia maternidad para todos nosotros. Lucas nos presenta el
“encuentro” de los pastores “con el Niño”, que estaba acompañado de María, su
Madre y de José.
Los hombres, al igual que hace más de dos mil años, seguimos
necesitando de Cristo. Pero pocos lo recibimos y lo aceptamos, porque nos olvidamos
del ejemplo que nos dan María y los pastorcillos.
El Evangelio nos dice que los pastores después de
escuchar el mensaje del ángel “fueron a toda prisa”. Es decir, pusieron en
práctica lo que les pedía Dios: caminar hacia Belén, donde encontrarían al
Salvador. Y es precisamente esto lo que necesitamos.
Para tener a Jesús hay que decidirse a dejar los
“rebaños” del egoísmo, de la comodidad, el placer y la vanidad, pues no existe
un Jesús a nuestra medida, sino el único que encontraron los pastorcillos “un
niño envuelto en pañales recostado en un pesebre”.
Para llegar a Jesús hace falta ser humildes, pues la
entrada de la cueva es pequeña y exige agacharse. Es Dios mismo quien nos
enseña, desde ese pesebre, que su seguimiento exige cruz, dolor, humildad,
pureza y pobreza de corazón, y obediencia a la voluntad de Dios. Y es esto lo
que da la paz y la felicidad en el corazón. María, la Madre de Dios, nos enseña
que para llegar a Cristo hace falta también la oración. Ella “guardaba todas
las cosas y las meditaba en su corazón”.
ORACIÓN
FINAL
Gracias, Señor, porque hoy me muestras la fe de la
Virgen, que meditaba todos los acontecimientos en su corazón. Y los pastores,
qué gran lección de humildad y de amor. No preguntan, no cuestionan, con
sencillez aceptan el anuncio y salen maravillados después de contemplar a
Jesús. Permite, Señor, que en este nuevo año sepa cultivar la unión contigo en
la oración, para que pueda verte en todos los acontecimientos. Para ello sé que
se necesita más que el deseo o la buena intención, tengo que hacer una opción
radical por la oración, que me lleve a dedicarte lo mejor de mi tiempo.
El
Concilio Vaticano II hace referencia del dogma así:
"Desde los tiempos más antiguos, la
Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo
los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y necesidades" (Constitución
Dogmática Lumen Gentium, 66).
Palabras
del Santo Padre Francisco
«Así como los pastores, contemplan el icono del Niño
en brazos de su Madre, sentimos crecer en nuestro corazón un sentido de inmenso
agradecimiento hacia quien ha dado al mundo al Salvador. Por ello le decimos:
“Gracias,
oh Santa Madre del Hijo de Dios, Jesús, ¡Santa Madre de Dios! Gracias por tu
humildad que ha atraído la mirada de Dios; gracias por la fe con la cual has
acogido su Palabra; gracias por la valentía con la cual has dicho “aquí estoy”,
olvidada de sí misma, fascinada por el Amor Santo, convertida en una única cosa
junto con su esperanza. Gracias, ¡oh Santa Madre de Dios! Reza por nosotros,
peregrinos del tiempo; ayúdanos a caminar por la vía de la paz. Amén.”
(Angelus de S.S. Francisco, 1 de enero de
2017).
martes, 2 de junio de 2020
Novena a la Virgen de la Salud. Día quinto: VISITACIÓN DE MARÍA A ISABEL
ORACIÓN DE
COMIENZO
Movida por la disponibilidad y la solidaridad, María viaja hasta una
ciudad de Judá, para ayudar a su prima anciana que está en avanzado estado de
embarazo. Allí se realiza el encuentro de dos madres y, dentro de él, el
encuentro de dos niños que también se reconocen. Lo que sigue está constituido
por el canto de María que llamamos el Magníficat. Se trata de una acción de
gracias de María. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra
de Dios.
Lectura del
santo Evangelio según San Lucas 1, 26-38.
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres-, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre». María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
MEDITACIÓN
En este texto se acentúa la
prontitud de María en servir, en ser sierva. El ángel habla del
embarazo de Isabel e, inmediatamente María se dirige de prisa a su casa para
ayudarla. De Nazaret hasta la casa de Isabel hay una distancia de más de 100
Km., cuatro días de viaje, ¡como mínimo! No había ni bus, ni tren. María empieza
a servir y a cumplir su misión a favor del pueblo de Dios.
Se puso en camino deprisa hacia la montaña. El servicio es lo suyo. Sabe que el Verbo se ha encarnado en ella. Es la
madre del Hijo de Dios pero no se le han subido los humos a la cabeza. Es la de
siempre, la servidora, y por eso va a visitar a su prima que la necesita. Y va
con gozo, con prontitud, con garbo…Alguien ha descrito este viaje como “la
primera procesión eucarística”. Podemos imaginar a María sumergida en una
oración cósmica. Canta con el sol, con la luna, con las estrellas, y también con los pájaros, con
los montes, con la acequia llena de agua, con los pastos del páramo, con las
praderas cubiertas de rebaños, con los valles vestidos de mieses. Entró
en casa de Zacarías y saludó a Isabel. ¡Qué abrazo aquel! Son dos mujeres
preñadas de historia que simbolizan dos alianzas, dos testamentos, dos pueblos:
el antiguo y el nuevo. Y los dos se abrazan en un abrazo íntimo y estrecho.
Juan, el último de los profetas, salta de júbilo en el vientre de su madre. Con
ese salto de júbilo recibe Israel a Jesús. El A.T. llevaba a Cristo en sus
entrañas.
ORACION FINAL
¡Oh
Virgen de la Salud, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú, que
desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que
solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y
preséntala ante tu Hijo Jesús, único redentor nuestro.
CANTO DEL MAGNIFICAT
En este canto María se
considera parte de los anawim, de los “pobres de Dios”, de aquéllos que “temen
a Dios”, poniendo en Él toda su confianza y esperanza y que en el plano humano
no gozan de ningún derecho o prestigio. La espiritualidad de los anawin puede
ser sintetizada por las palabras del salmo 37,79: “Está delante de Dios en silencio
y espera en Él”, porque “aquéllos que esperan en el Señor poseerán la tierra”.
En el Salmo 86,6, el orante, dirigiéndose a Dios, dice: “Da a tu siervo tu
fuerza”: aquí el término “siervo” expresa el estar sometido, como también el
sentimiento de pertenencia a Dios, de sentirse seguro junto a Él.
Los pobres, en el sentido estrictamente bíblico, son aquéllos que ponen en Dios
una confianza incondicionada; por esto han de ser considerados como la parte
mejor, cualitativa, del pueblo de Israel.
Los orgullosos, por el contrario, son los que ponen toda su confianza en sí
mismos.
Ahora, según el Magníficat, los pobres tienen muchísimos motivos para
alegrarse, porque Dios glorifica a los anawim (Sal 149,4) y desprecia a los
orgullosos. Una imagen del N. T. que traduce muy bien el comportamiento del
pobre del A. T., es la del publicano que con humildad se golpea el pecho,
mientras el fariseo complaciéndose de sus méritos se consuma en el orgullo (Lc
18,9-14). En definitiva María celebra todo lo que Dios ha obrado en ella y
cuanto obra en el creyente. Gozo y gratitud caracterizan este himno de
salvación, que reconoce grande a Dios, pero que también hace grande a quien lo
canta.
lunes, 1 de junio de 2020
Novena a la Virgen de la Salud. Día cuarto: ANUNCIACIÓN DE NUESTRA SEÑORA
ORACIÓN DE COMIENZO
Señor y Dios nuestro, a cuyo designio se sometió la Virgen
Inmaculada aceptando, al anunciárselo el ángel, encarnar en su seno a tu Hijo;
tú que la has transformado, por obra del Espíritu Santo, en templo de tu
divinidad, concédenos, siguiendo su ejemplo, la gracia de aceptar tus designios
con humildad de corazón. Por nuestro Señor.
MEDITACIÓN
Como toda mujer de pueblo, María tiene sueños, deseos,
proyectos... sin embargo, esta mujer se encuentra cara a cara con los deseos,
proyectos y sueños de Dios. Dios quiere algo de esta mujer, y ella se
compromete con Él.
El camino de dejar proyectos que no son los de Dios, el
camino de renunciar a los ídolos del dinero, la ambición y el poder, para que
Dios reine en la justicia, la verdad y la paz; para que se "haga en
nosotros su palabra".
Jesús es el centro de esta fiesta, y su madre es el
instrumento fiel para la realización del plan de Dios, por eso la “llena de
gracia”. Pero Dios sigue derramando su gracia en su pueblo para que seamos
fieles a su proyecto -su reino-, y tengamos la capacidad de llevarlo adelante
procurando que Jesús sea el Señor, que seamos capaces de ser hermanos y que “no
temamos” ante el desafío porque el Espíritu de Dios nos acompaña.
San Pablo VI dice de María: “La iglesia siempre ha
propuesto a María a los fieles como un ejemplo a imitar, no precisamente en el
tipo de vida que llevó, y mucho menos por el ambiente sociocultural en el cual
vivió y queescasamente existe en el mundo de hoy. Más bien, ella se nos
muestra como un ejemplo a los fieles por la manera en que, en su vida propia,
aceptó total y responsablemente la palabra de Dios, y actuó según ella, porque
la caridad y el espíritu de servicio eran la fuerza que conducía sus acciones.
Ella es digna de ser imitada porque fue la primera y más perfecta de las
discípulas de Cristo”.
ORACIÓN FINAL
Dios mío, gracias por quedarte en la Eucaristía y por darme
a María como madre y modelo de mi vida. Contemplar su gozo, su actitud de acogida
y aceptación, su humildad, me motivan a exclamar con gozo: heme aquí Señor,
débil e infiel, pero lleno de alegría por saber que con tu gracia, las cosas
pueden y van a cambiar.
Catecismo de la Iglesia Católica
490-493.
«¡Alégrate!, llena de gracia» (Lc 1,28).
Para ser la Madre del Salvador, María fue “dotada por Dios con dones a la
medida de una misión tan importante” (Vaticano II LG 56). El ángel Gabriel en
el momento de la anunciación la saluda como “llena de gracia”. En efecto, para
poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso
que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios.
A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María
“llena de gracia” por había sido redimida desde su concepción. Es lo que
confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa
Pío IX: «… la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la
mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular
gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de
Jesucristo Salvador del género.
Esta “resplandeciente santidad del todo singular” de la que ella fue
“enriquecida desde el primer instante de su concepción” (LG 56), le viene toda
entera de Cristo: ella es “redimida de la manera más sublime en atención a los
méritos de su Hijo” (LG 53). El Padre la ha “bendecido […] con toda clase de
bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo” (Ef 1, 3) más que a ninguna
otra persona creada. Él la ha “elegido en él antes de la creación del mundo
para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor” (cf. Ef 1, 4).
Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios “la Toda
Santa” (Panaghia), la celebran “como inmune de toda mancha de pecado y como
plasmada y hecha una nueva criatura por el Espíritu Santo” (LG 56). Por la
gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de
toda su vida.