viernes, 31 de marzo de 2023

VIA MATRIS

 Este viernes para acabar la cuaresma, no podemos hacerlo de otra forma que no sea acompañando a María en su dolor al ver el sufrimiento de su hijo, por eso os dejamos este precioso Vía Matris que han preparado para nosotros las hermanas carmelitas misioneras que colaboran en nuestra parroquia

Esperamos que este final del camino os lleve a vivir profunda e intensamente estos días de semana santa

al inicio os dejamos dos audios para que podáis acompañar la lectura y meditación

        
el diario de María                    En la Cruz esta la Vida



VIA MATRIS

AÑO JUBILAR TERESIANO

PARROQUIA SAN PEDRO APÓSTOL, SALAMANCA 2023

Introducción

Vamos a vivir este viernes de cuaresma acompañando a María, madre de Dios y madre nuestra en sus 7 dolores, extraídos de la Palabra de Dios y meditados con textos de Santa Teresa de Jesús, ya que este año 2023 estamos viviendo en nuestra Diócesis de Salamanca un Año Jubilar Teresiano.

Es importante recordar que para santa Teresa de Jesús, como para todo cristiano consciente de su fe, Jesús es el centro orbital de su vida nueva y de toda la propia historia de salvación. Él es también el centro nuclear de su pensamiento y su magisterio espiritual. En cierto modo, Teresa revive la escena evangélica. Como san Pablo, también ella se ha encontrado con el Resucitado, y éste le ha cambiado la vida y le ha conferido una misión. Puede asegurar, como el Apóstol, que ‘ya’ no es ella quien vive, sino que Cristo Jesús vive en ella. Está convencida de que todo en ella deriva del hecho de que ‘Él la ha amado’ (‘dilexit me’), y que a ese amor corresponde ella con amor esponsal. Amarlo es seguirlo, servirlo, configurarse con El, para anunciarlo, dándole gracias y bendiciendo su nombre. Hito final del seguimiento de Jesús y de toda la vida de Teresa será la ‘unión con el crucificado resucitado’, en espera de la hora de verlo sin velos: ‘hora es ya de que nos veamos’, será su postrera invocación en el lecho de muerte. (T. Alvarez, ocd)

ORACIÓN INICIAL:

Represéntate a Cristo delante de ti.
Siempre que pienses de Él,
acuérdate de su amor por ti, que amor saca amor.
Acostúmbrate a enamorarte de su humanidad.
Tráele siempre contigo.
Mira que te mira.
Acompáñale.
Habla con Él.
Pídele por tus necesidades.
Quéjate a Él de tus trabajos.
Alégrate de estar con Él.
No te olvides de Él en esta hora.
Dile palabras que te salgan del corazón (Vida 12,2 y 13,22).

Primer Dolor
La Profecía del Justo Simeón




Lectura del Evangelio
Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

"Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz;
porque han visto mis ojos tu salvación,
la que has preparado a la vista de todos los pueblos,
luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel".

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. (Lc. 2, 27-33)

(Silencio)

Meditación Teresiana:
Esto me dijo el Señor otro día: «¿Piensas, hija, que está el merecer en gozar? No está sino en obrar y en padecer y en amar. No habrás oído que san Pablo estuviese gozando de los gozos celestiales más de una vez, y muchas que padeció, y ves mi vida toda llena de padecer y solo en el monte Tabor habrás oído mi gozo. No pienses, cuando ves a mi Madre que me tiene en los brazos, que gozaba de aquellos contentos sin grave tormento. Desde que le dijo Simeón aquellas palabras, la dio mi Padre clara luz para que viese lo que Yo había de padecer. Los grandes santos que vivieron en los desiertos, como eran guiados por Dios, así hacían graves penitencias, y sin esto tenían grandes batallas con el demonio y consigo mismos; mucho tiempo se pasaban sin ninguna consolación espiritual. Cree, hija, que a quien mi Padre más ama, da mayores trabajos, y a estos responde el amor. ¿En qué te le puedo más mostrar que querer para ti lo que quise para Mí? Mira estas llagas, que nunca llegaron aquí tus dolores. Este es el camino de la verdad. Así me ayudarás a llorar la perdición que traen los del mundo, entendiendo tú esto, que todos sus deseos y cuidados y pensamientos se emplean en cómo tener lo contrario». (Relación 36,1)


L: Dios te salve María, llena eres de gracia El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús
T: Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Segundo Dolor
La huida a Egipto

 


Lectura del Evangelio
Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. (Mt. 2, 13-14)

(Silencio)
Meditación Teresiana:
acuérdese cómo andaba nuestra Señora cuando fue a Egipto, y nuestro Padre san José’ (cta 8, 9). “Su Majestad ha sido el libro verdadero adonde he visto las verdades. ¡Bendito sea tal libro, que deja impreso lo que se ha de leer y hacer, de manera que no se puede olvidar!” (V 26,5).

L: Dios te salve María, llena eres de gracia El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
T: Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Tercer Dolor
El Niño Jesús se queda en el templo de Jerusalén

 



Lectura del Evangelio
Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: "Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando". Él les dijo: "Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?" Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. (Lc. 2, 41-50)

(Silencio)

Meditación Teresiana:
“Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes... ¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe sí” (V 22,7).


L: Dios te salve María, llena eres de gracia El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
T: Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Cuarto Dolor
María encuentra a Jesús con la cruz, camino al Calvario

 




Lectura del Evangelio
Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: "Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones". (Lc. 2, 34-35)

(Silencio)

Meditación Teresiana:
“Bien de todos los bienes y Jesús mío, ordenad luego modos cómo haga algo por Vos, que no hay ya quien sufra recibir tanto y no pagar nada. Cueste lo que costare, Señor, no queráis que vaya delante de Vos tan vacías las manos” (V 21,5).


L: Dios te salve María, llena eres de gracia El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
T: Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Quinto Dolor
María es testigo de la Crucifixión y muerte de Jesús

 




Lectura del Evangelio
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Luego dice al discípulo: "Ahí tienes a tu madre." Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. (Jn. 19, 25-27)

(Silencio)

Meditación Teresiana:
“Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir: es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero” (V 22,6).


L: Dios te salve María, llena eres de gracia El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
T: Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Sexto Dolor
María recibe el cuerpo de Jesús, bajado de la cruz

 




Lectura del Evangelio
Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús, y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran. Entonces José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, y se fue. María Magdalena y la otra María estaban sentadas frente al sepulcro. (Mt. 27, 57-61)

(Silencio)

Meditación Teresiana:
“Es bueno pensar las penas que allí tuvo y por qué las tuvo y quién es el que las tuvo y el amor con que las pasó... Se esté allí con El” (V 13,22).
· Toda una vida en los brazos de la Madre; la que sintió el primer aliento, recoge ahora el último suspiro. Todo se ha cumplido.
· Señor Jesús, abro mis brazos para acogerte, como María. Al tocar tu cuerpo muerto, tu amor me recorre por dentro, tu vida vence mi pecado.


L: Dios te salve María, llena eres de gracia El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
T: Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Séptimo Dolor
La sepultura de Jesús y la soledad de María

 




Lectura del Evangelio
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús. (Jn. 19, 38, 41-42)

(Silencio)

Meditación Teresiana:
Poníame en las manos de Dios, que Él sabía lo que me convenía, que cumpliese en mí lo que era su voluntad en todo” (V 27,1).
· Ningún sepulcro puede retener el grito imparable de la vida. La tierra pronto se llenará de risas y cantares. Una fe de resurrección pide ir más allá del monte de las lágrimas.
· Señor Jesús, cierro los ojos y me pongo confiadamente en tus manos. Hágase en mí tu proyecto.
Amén.


L: Dios te salve María, llena eres de gracia El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
T: Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Oración Final: Poesía Teresiana.

En la cruz está la vida

En la cruz está la vida

y el consuelo,

y ella sola es el camino

para el cielo.

 

En la cruz está “el Señor

de cielo y tierra”,

y el gozar de mucha paz,

aunque haya guerra.

Todos los males destierra

en este suelo,

y ella sola es el camino

para el cielo.

 

De la cruz dice la Esposa

a su Querido

que es una “palma preciosa”

donde ha subido,

y su fruto le ha sabido

a Dios del cielo,

y ella sola es el camino

para el cielo.

 

Es una “oliva preciosa”

la santa cruz

que con su aceite nos unta

y nos da luz.

Alma mía, toma la cruz

con gran consuelo,

que ella sola es el camino

para el cielo.

 

Es la cruz el “árbol verde

y deseado”

de la Esposa, que a su sombra

se ha sentado

para gozar de su Amado,

el Rey del cielo,

y ella sola es el camino

para el cielo.

 

El alma que a Dios está

toda rendida,

y muy de veras del mundo

desasida,

la cruz le es “árbol de vida”

y de consuelo,

y un camino deleitoso

para el cielo.

 

Después que se puso en cruz

el Salvador,

en la cruz está “la gloria

y el honor”,

y en el padecer dolor

vida y consuelo,

y el camino más seguro

para el cielo.


viernes, 24 de marzo de 2023

ESTACIONES 13 Y 14 DEL VIACRUCIS

 

Decimotercera Estación

Jesús en brazos de su madre

«Una espada te traspasará el alma» (Lc 2, 34).

«Ved si hay dolor como el dolor que me atormenta» (Lam 2, 12).

Aunque todos somos culpables de la muerte de Jesús, en estos momentos tan dolorosos la Virgen necesita nuestro amor y cercanía. Nuestra conciencia de pecadores arrepentidos le servirá de consuelo. Con actitud filial, situémonos a su lado, y aprendamos a recibir a Jesús con la ternura y amor con que ella recibió en sus brazos al cuerpo destrozado y sin vida de su Hijo. «¿Hay dolor semejante a mi dolor?» Y, mientras preparaban el cuerpo del Señor según se acostumbra a enterrar entre los judíos (Jn 19, 40) para darle sepultura, María, adorando el Misterio que había guardado en su corazón sin entenderlo, repetiría conmovida con el profeta: «Pueblo mío, ¿qué te he hecho?, ¿en qué te he molestado? ¡Respóndeme!» (Mq 6, 3).

Al contemplar el dolor de la Virgen, hacemos memoria del dolor y la soledad de tantos padres y madres que han perdido a sus hijos por el hambre, mientras sociedades opulentas, engullidas por el dragón del consumismo, de la perversión materialista, se hunden en el nihilismo de la vaciedad de su vida.

 


Decimocuarta Estación

Jesús es colocado en el sepulcro

«Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a

Jesús» (Jn 19, 42).

«José de Arimatea rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó» (Mt 27, 60).

Por la proximidad de la fiesta, se dieron prisa en preparar el cuerpo del Señor para colocarlo en el sepulcro que ofrecieron José y Nicodemo. El sepulcro era nuevo, a nadie se había enterrado en él. Una vez colocado el cuerpo sobre la roca, José hizo rodar la piedra de la puerta, quedando la entrada totalmente cerrada. Si el grano de trigo no muere… Y, después del ruido de la piedra al cerrar el acceso al sepulcro, María, en el silencio de su soledad, aprieta la espiga que ya lleva en su corazón como primicia de la Resurrección.

En esta espiga recordamos el trabajo humilde y sacrificado de tantas vidas gastadas en una entrega sacrificada al servicio de Dios y del prójimo, de tantas vidas que esperan ser fecundas uniéndose a la muerte de Jesús. Recordamos a los buenos samaritanos, que aparecen en cualquier rincón de la tierra para compartir las consecuencias de las fuerzas de la naturaleza: terremotos, huracanes, maremotos…

martes, 21 de marzo de 2023

VÍA CRUCIS PARROQUIAL 17 DE MARZO DE 2023

 El pasado viernes 17 de marzo, celebramos en la parroquia el rezo del Vía Crucis, con la participación de la Cofradía de la Virgen de la Salud, La Real Cofradía de Cristo Yacente, La A.M. Cristo Yacente, El coro parroquial y demás fieles devotos de nuestra parroquia. Un año más la lluvia no permitió que se pudiera celebrar por las calles del barrio, por lo que el rezo se realizo dentro de la iglesia. os dejamos unas imágenes del ese momento



















viernes, 17 de marzo de 2023

ESTACIONES 10, 11 Y 12 DEL VÍA CRUCIS

Décima Estación

Jesús es clavado en la cruz

Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a Él y a los mal[1]hechores, uno a la derecha y otro a la izquierda (Lc 23, 33).

Habían conducido a Jesús hasta el Gólgota. No iba solo, lo acompañaban dos ladrones que también serían crucificados. Lo crucificaron; y, con Él, a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús (Jn 19, 18). ¡Qué imagen tan simbólica! El Cordero que quita el pecado del mundo se hace pecado y paga por los demás. El gran pecado del mundo es la mentira de Satanás, y a Jesús lo condenan por declarar la Verdad: su ser Hijo de Dios. La verdad es el argumento para justificar la crucifixión. Es imposible describir lo que padeció físicamente el cuerpo de Cristo colgando de la cruz, lo que sufrió moralmente al verse desnudo crucificado entre dos malhechores y sentimentalmente, al encontrarse abandonado de los suyos.

Jesús en la cruz acoge el sufrimiento de todos los que viven clavados a situaciones dolorosas, como tantos padres y madres de familia, y tantos jóvenes, que, por falta de trabajo, viven en la precariedad, en la pobreza y la desesperanza, sin los recursos necesarios para sacar adelante a sus familias y llevar una vida digna.

 


Undécima Estación

Jesús muere en la cruz

«Jesús, clamando con voz potente, dijo: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Y, dicho esto, expiró» (Lc 23, 46).

«Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas» (Jn 19, 33).

Era sábado, el día de la preparación para la fiesta de la Pascua. Pilatos autorizó que les quebraran las piernas para acelerarles la muerte y no quedaran colgados durante la fiesta. Jesús ya había muerto, y un soldado, para asegurarse, le traspasó el corazón con una lanza. Así se cumplieron las Escrituras: No le quebrarán ni un hueso. El sol se oscureció y el velo del Templo se rasgó por la mitad. Tembló la tierra… Es momento sagrado de contemplación. Es momento de adoración, de situarse frente al cuerpo de nuestro Redentor: sin vida, machacado, triturado, colgado…, pagando el precio de nuestras maldades, de mis maldades… Señor, pequé, ¡ten misericordia de mí, pecador! Amén.

Jesús muere por mí. Jesús me alcanza la misericordia del Padre. Jesús paga todo lo que yo debía. ¿Qué hago yo por Él? Ante el drama de tantas personas crucificadas por diferentes discapacidades, ¿lucho por extender y proclamar la dignidad de la persona y el Evangelio de la vida?

 

Duodécima Estación

El descendimiento de la cruz

«Pilatos mandó que se lo entregaran» (Mt 27, 57).

«José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia» (Mt 27, 59).

Cristo ha muerto y hay que bajarlo de la cruz. Acerquémonos a la Virgen y compartamos su dolor. ¡Qué pasaría por su mente! «¿Quién me lo bajará? ¿Dónde lo colocaré?» Y repetiría de nuevo como en Nazaret: «¡Hágase!» Pero ahora está más unida a la entrega incondicional de su Hijo: «Todo está consumado». Entonces aparecieron José de Arimatea y Nicodemo, que, aunque pertenecientes al Sanedrín, no habían te[1]nido parte en la muerte del Señor. Son ellos quienes piden a Pilatos el cuerpo del Maestro para colocarlo en un sepulcro nuevo, de su propiedad, que estaba cerca del Calvario.

Cristo ha fracasado, haciendo suyos todos los fracasos de la Humanidad. El Hijo del hombre ha sido eliminado y ha compartido la suerte de los que, por distintas razones, han sido considerados la escoria de la Humanidad, porque no saben, no pueden, no valen. Son, entre otros, las víctimas del sida, que, con las llagas de su cruz, esperan que alguien se ocupe de ellos.


viernes, 10 de marzo de 2023

ESTACIONES 7, 8 Y 9

 Séptima Estación

El Cirineo ayuda a llevar la cruz

«Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del

campo» (Lc 23, 26). «Y lo forzaron a llevar su cruz» (Mt 27, 32).

Simón era un agricultor que venía de trabajar en el campo. Le obligaron a llevar la cruz de nuestro Señor, no movidos por la compasión, sino por temor a que se les muriese en el camino. Simón se resiste, pero la imposición, por parte de los soldados, es tajante. Tuvo que aceptar a la fuerza. Al contacto con Jesús, va cambiando la actitud de su corazón y termina compartiendo la situación de aquel ajusticiado desconocido que, en silencio, lleva un peso superior a sus débiles fuerzas. ¡Qué importante es para los cristianos descubrir lo que pasa a nuestro alrededor, y tomar conciencia de las personas que nos necesitan!

Jesús se ha sentido aliviado gracias a la ayuda del Cirineo. Miles de jóvenes marginados de la sociedad, de toda raza, condición y credo, encuentran cada día cirineos que, en una entrega generosa, caminan con ellos abrazando su misma cruz.

 

Octava Estación

La Verónica enjuga el rostro de Jesús

«Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos”» (Lc 23, 27–28).

«El Señor lo guarda y lo conserva en vida, para que sea dichoso en la tierra, y no lo entrega a la saña de sus enemigos» (Sal 41, 3).

Le seguía una multitud del pueblo y un grupo de mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban llorando. Jesús se volvió y les dijo: «No lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos». Llorad, no con llanto de tristeza que endurece el corazón y lo predispone a producir nuevos crímenes… Llorad con llanto suave de súplica, pidiendo al cielo misericordia y perdón. Una de las mujeres, conmovida al ver el rostro del Señor lleno de sangre, tierra y salivazos, sorteó valientemente a los soldados y llegó hasta Él. Se quitó el pañuelo y le limpió la cara suavemente. Un soldado la apartó con violencia, pero, al mirar el pañuelo, vio que llevaba plasmado el rostro ensangrentado y doliente de Cristo.

Jesús se compadece de las mujeres de Jerusalén, y en el paño de la Verónica deja plasmado su rostro, que evoca el de tantos hombres que han sido desfigurados por regí[1]menes ateos que destruyen a la persona y la privan de su dignidad.

 


Novena Estación

Jesús es despojado de sus vestiduras

«Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas a suerte» (Mc 15, 24).

«De la planta del pie a la cabeza no queda parte ilesa» (Is 1, 6).

Mientras preparan los clavos y las cuerdas para crucificarlo, Jesús permanece de pie. Un despiadado soldado se acerca y, tirándole de la túnica, se la quita. Las heridas comenzaron a sangrar de nuevo causándole un terrible dolor. Después se repartieron los vestidos. Jesús queda desnudo ante la plebe. Le han despojado de todo y le hacen objeto de burla. No hay mayor humillación, ni mayor desprecio.

Los vestidos no sólo cubren el cuerpo, sino también el interior de la persona, su intimidad, su dignidad. Jesús pasó por este bochorno porque quiso cargar con todos los pecados contra la integridad y la pureza, y murió para quitar los pecados de todos (Hb

9, 28).

Jesús padece con los sufrimientos de las víctimas de genocidios humanos, donde el hombre se ensaña con brutal violencia, en las violaciones y abusos sexuales, en los crí[1]menes contra niños y adultos. ¡Cuántas personas desnudadas de su dignidad, de su inocencia, de su confianza en el hombre!

viernes, 3 de marzo de 2023

ESTACIONES 4, 5 Y 6 DEL VÍA CRUCIS

 

Cuarta Estación

Negación de Pedro

«¿Con que darás tu vida por mí? En verdad en verdad te digo: no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces» (Jn13, 37).

«Y saliendo afuera, lloró amargamente» (Lc 22, 62).

Un cristiano tiene que ser un valiente. Y ser valiente no es no tener miedos, sino saber vencerlos.

El cristiano valiente no se esconde por vergüenza de manifestar en público su fe. Jesús avisó a Pedro: «Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti» (Lc 22, 31). «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes de que tres veces hayas negado conocerme» (Lc 22, 34). Y el apóstol, por temor a unos criados, lo negó diciendo: «No lo conozco»

(Lc 22, 57). Al pasar Jesús por uno de los patios, lo mira…, él se estremece recordando sus palabras…, y llora con amargura su traición. La mirada de Dios cambia el corazón. Pero hay que dejarse mirar.

Con la mirada de Pedro, el Señor ha puesto sus ojos en los cristianos que se avergüenzan de su fe, que tienen respetos humanos, que les falta valentía para defender la vida desde su inicio, hasta su término natural, o quieren quedar bien con criterios no evangélicos. El Señor los mira para que, como Pedro, hagan acopio de valor y sean testigos convencidos de lo que creen.

 

Quinta Estación

Jesús carga con su cruz

«Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo» (Mc 15, 20).

«Y, cargando Él mismo con la cruz, salió al sitio llamado “de la calavera”» (Jn 19, 17).

Cruz no sólo significa madero. Cruz es todo lo que dificulta la vida. Entre las cruces, la más profunda y dolorosa está arraigada en el interior del hombre. Es el pecado que endurece el corazón y pervierte las relaciones humanas. «Porque del corazón salen pensamientos perversos, homicidas, adulterios fornicaciones, robos, difamaciones, blasfemias» (Mt 15, 19). La cruz que ha cargado Jesús sobre sus hombros para morir en ella, es la de todos los pecados de la Humanidad entera. También los míos. Él llevo nuestros pecados en su cuerpo (1Pe 2, 24). Jesús muere para reconciliar a los hombres con Dios. Por eso hace a la cruz redentora. Pero la cruz por sí sola, no nos salva. Nos salva el Crucificado.

Cristo hizo suyo el cansancio, el agotamiento y la desesperanza de los que no encuentran trabajo, así como de los inmigrantes que reciben ofertas laborales indignas o inhumanas, que padecen actitudes racistas o mueren en el empeño por conseguir una vida más justa y digna.

 

Sexta Estación

Jesús cae bajo el peso de la cruz

Triturado por nuestros crímenes (Is 53, 5).

Jesús cayó bajo el peso de la cruz varias veces en el camino del Calvario (Tradición de la

Iglesia de Jerusalén).

La Sagrada Escritura no hace referencia a las caídas de Jesús, pero es lógico que per[1]diera el equilibrio muchas veces. La pérdida de sangre por el desgarramiento de la piel en los azotes, los dolores musculares insoportables, la tortura de la corona de espinas, el peso del madero…, ¡no hay palabras para describir el dolor que Cristo debió experimentar! Todos, alguna vez, hemos tropezado y caído al suelo. ¡Con qué rapidez nos levantamos para no hacer el ridículo! Contempla a Jesús en el suelo y todos a su alrededor riendo con sorna y dándole algún que otro puntapié para que se levantara. ¡Qué ridículo, qué humillación, Dios mío! Dice el salmo: «Pero yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo; al verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza» (Sal.22, 7–8). Jesús sufre con todos los que tropiezan en la vida y caen sin fuerzas víctimas del alcohol, las drogas y otros vicios que les hacen esclavos, para que, apoyados en Él, y en quienes los socorren, se levanten.