lunes, 11 de abril de 2022

CELEBRACIÓN FIN DE TRIMESTRE DE LOS NIÑOS DE 3º



 El pasado 3 de abril los niños de catequesis de 3º se reunieron para celebrar el fin de trimestre con unas actividades muy de semana santa, primero estuvieron pintando unos nazarenos y posteriormente vieron la película "el hombre que hacía milagros". Os dejamos alguna imagen del día y fotos de los nazarenos que pintaron y posteriormente montaron en sus casas y que nos han hecho llegar durante estos días de Semana Santa




























viernes, 8 de abril de 2022

VIERNES DE DOLORES: EL DOLOR DE MARÍA

 Hoy viernes de dolores, tenemos muy presente a la virgen y vivimos con ella los 7 dolores que marcaron su vida junto a Jesús. meditamos los diferentes momentos que vivió desde el nacimiento de su hijo hasta su muerte. A continuación os dejamos una meditación del Vía Matrix.



MEDITACION DE LOS DOLORES DE LA VIRGEN

 

Primer Dolor: La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús

Evangelio: “Cuando se llegó el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés (cuarenta días después del nacimiento de Jesús), llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor y para ofrecer un sacrificio, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor.

Impulsado por el Espíritu Santo, fue al Templo. Cuando entraban con el Niño Jesús sus padres, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos, luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo, Israel.

José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: Mira: este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti una espada te traspasará el alma.”

 

Meditación: Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Segundo Dolor: La huida a Egipto con Jesús y José

Evangelio: “Después que ellos partieron, un ángel del Señor apareció en sueños a José, diciéndole: Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te avise; pues Herodes ha de buscar al niño para matarle. Levantándose José, tomó al niño y a su madre, de noche, y se retiró a Egipto”.

Meditación: Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Tercer Dolor: La pérdida de Jesús

Evangelio: "Sus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y cuando tuvo doce años, subieron a la fiesta, como era costumbre. Pasados aquellos días, al regresar, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo advirtiesen sus padres. Suponiendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino buscándolo entre los parientes y conocidos, y como no lo encontrasen, retornaron a Jerusalén en busca suya. Y ocurrió que, al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y preguntándoles. Cuantos le oían quedaban admirados de su sabiduría y de sus respuestas. Al verlo se maravillaron, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira cómo tu padre y yo, angustiados, te buscábamos. Y él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que les dijo"

Meditación: Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Cuarto Dolor: El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario

Evangelio: “No temas María, Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin” 

Meditación: Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Quinto Dolor: La crucifixión y la agonía de Jesús

Evangelio: “Llegados al lugar llamado "La Calavera", le crucificaron allí a él y a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen"... Era ya eso de mediodía cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la media tarde. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito dijo: "Padre, en tus manos pongo mis espíritu" y, dicho esto, expiró”

Meditación: Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Sexto Dolor: La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto

Evangelio: “Cuando anochecía el día de la preparación, es decir, la víspera del sábado, José, natural de Arimatea y miembro importante de la Junta Suprema, el cual también esperaba el reino de Dios, se dirigió con decisión a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato, sorprendido de que ya hubiera muerto, llamó al centurión para preguntarle cuánto hacía que había muerto. Cuando el centurión le hubo informado, Pilato entregó el cuerpo a José. Entonces José bajó el cuerpo y lo envolvió en una sábana de lino que había comprado. Luego lo puso en un sepulcro excavado en la roca, y tapó con una piedra la entrada del sepulcro”

Meditación: Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como Él nos amó.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Séptimo Dolor: El entierro de Jesús y la soledad de María

Evangelio: “Después de esto, José, el de Arimatea, pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. José era un seguidor de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos. Pilato le dio permiso, y José fue y se llevó el cuerpo. También Nicodemo, el que una noche fue a hablar con Jesús, llegó con unos treinta kilos de perfume de mirra y áloe. José y Nicodemo, pues, tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas empapadas en aquel perfume, según acostumbraban hacer los judíos para enterrar a sus muertos. En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, donde todavía no se había depositado a nadie. Allí pusieron el cuerpo de Jesús, porque el sepulcro estaba cerca y porque ya iba a empezar el sábado de los judíos”

Meditación: Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos… 

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

 

Meditación extraída de: https://www.aciprensa.com/recursos/7-dolores-de-la-virgen-maria-1507


jueves, 7 de abril de 2022

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA RECONCILIACIÓN

 Este jueves, víspera del viernes de dolores y del comienzo de la Semana Santa, os dejamos esta entrada con una reflexión del Papa Francisco sobre el sacramento de la reconciliación, y que nos lleve a vivir más intensamente estos días de la pasión de Jesús y su resurrección.



Un Dios que reconcilia

Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 5, viernes 30 de enero de 2015

La confesión no es un «juicio» ni una «tintorería» que quita los pecados, sino el encuentro con un Padre que perdona siempre, perdona todo, olvida las culpas del pasado y luego hace incluso fiesta…

«Dios ha reconciliado consigo el mundo en Cristo y nos confió a nosotros el mensaje de reconciliación» (cf. 2 Corintios 5, 19): he aquí el punto de partida elegido por el Papa Francisco para su meditación. «Es hermoso este trabajo de Dios: reconciliar» destacó el Papa, poniendo inmediatamente de relieve que Dios encomienda «también a nosotros esta tarea», es decir, «realizar la reconciliación, reconciliar siempre».

No cabe duda, dijo, que «el cristiano es hombre y mujer de reconciliación, no de división». Por lo demás, «el padre de la división es el diablo». Es Dios mismo, luego, quien da «este ejemplo de reconciliar al mundo, a la gente». La referencia corresponde a «lo que hemos escuchado en la primera lectura», tomada de la Carta a lo Hebreos (8, 6-13), en especial a «esa promesa tan hermosa: “Yo haré una nueva alianza”». Es una cuestión tan decisiva que, dijo el obispo de Roma, «cinco veces en este pasaje se habla de la alianza». En efecto, «es Dios quien reconcilia, estableciendo una nueva relación con nosotros, una nueva alianza». Y «por ello envía a Jesús; el Dios que reconcilia es el Dios que perdona».

El pasaje de la Carta a los Hebreos, continuó el Papa Francisco, «termina con esa hermosa promesa: “Ya no recordaré sus pecados”». Es «el Dios que perdona: nuestro Dios perdona, reconcilia, sella la nueva alianza y perdona». Pero «¿cómo perdona Dios? Ante todo, Dios perdona siempre. No se cansa de perdonar. Somos nosotros quienes nos cansamos de pedir perdón. Pero Él no se cansa de perdonar». Tan así que «cuando Pedro preguntó a Jesús: ¿cuántas veces tengo que perdonar?, ¿siete veces?», la respuesta recibida fue elocuente: «No siete veces sino setenta veces siete» (cf. Mateo 18, 21-22). Es decir, «siempre», porque precisamente «así perdona Dios: siempre». Por lo tanto, «si tú has vivido una vida con muchos pecados, muchas cosas malas, pero al final, arrepentido, pides perdón, te perdona inmediatamente. Él perdona siempre».

En cambio, reconoció el Papa Francisco, «nosotros no tenemos esta certeza en el corazón y muchas veces dudamos» preguntando si «Dios perdonará». En realidad, recordó, «sólo hay que arrepentirse y pedir perdón: ¡nada más! ¡No hay que pagar nada! Cristo pagó por nosotros y Él perdona siempre».

«Otra cosa» importante que el Pontífice quiso reafirmar es que Dios no sólo «perdona siempre», sino también que perdona «todo: no existe pecado que Él no perdone». Tal vez, explicó, alguien podría decir: «Yo no voy a confesarme porque he hecho muchas cosas malas, muchas de esas cosas, por lo que no tendré perdón...». En cambio, «no es verdad», recordó el Papa Francisco, porque Dios, «si tú vas arrepentido, perdona todo». Y «muchas veces no te deja hablar: tú comienzas a pedir perdón y Él te hace sentir la alegría del perdón antes de que tú hayas acabado de decir todo». Precisamente «como sucedió con ese hijo que, tras haber malgastado todo el dinero de la herencia, con una vida inmoral», luego «se arrepintió» y preparó el discurso para presentarse ante su padre. Pero «cuando llegó el padre no lo dejó hablar, lo abrazó: porque él perdona todo. Lo abrazó».

Luego «hay otra cosa que hace Dios cuando perdona: hace fiesta». Y «esta —precisó el Pontífice— no es una imagen, lo dice Jesús: “Habrá fiesta en el cielo cuando un pecador vaya al Padre”». Por ello verdaderamente «Dios hace fiesta». Así «cuando nosotros sentimos nuestro corazón apesadumbrado por los pecados, podemos decir: vayamos al Señor a darle alegría para que me perdone y haga fiesta». Dios «actúa así: hace fiesta siempre porque reconcilia».

Continuando la meditación sobre la Carta a los Hebreos, el Papa volvió a proponer las palabras conclusivas. Que, explicó, sugieren «algo hermoso sobre el modo de perdonar de Dios: Dios olvida». Con otras palabras la Escritura dice también: «Tus pecados los arrojaré al mar y si son rojos como la sangre, llegarán a ser blancos como un corderillo» (cf. Miqueas 7, 19; Isaías 1, 18).

Dios, por lo tanto, «se olvida». Y así «si alguno de nosotros va al Señor» y dice: «¿Te acuerdas, yo ese año hice aquella cosa mala?», Él responde: «No, no, no. No recuerdo». Porque «una vez que Él perdona no recuerda, olvida», mientras que nosotros «muchas veces con los demás llevamos una “cuenta corriente”: este una vez hizo esto, una vez hizo esto otro...». En cambio, «Dios, no: perdona y olvida». Pero —se preguntó el Papa Francisco— «si Él olvida, ¿quién soy yo para recordar los pecados de los demás?». El Padre, sin embargo, «olvida, perdona siempre, perdona todo, hace fiesta cuando perdona y olvida, porque quiere reconciliar, quiere encontrarse con nosotros».

A la luz de esta reflexión el Papa recordó que «cuando uno de nosotros —un sacerdote, un obispo— va a confesar, siempre tiene que pensar: ¿estoy dispuesto a perdonar todo? ¿Estoy dispuesto a perdonar siempre? ¿Estoy dispuesto a alegrarme y hacer fiesta? ¿Estoy dispuesto a olvidar los pecados de esa persona?». Así, «si tú no estás dispuesto, mejor que ese día no vayas al confesonario: que vaya otro, porque tú no tienes el corazón de Dios para perdonar». En efecto, «en la confesión, es verdad, existe un juicio, porque el sacerdote juzga» diciendo: «has hecho mal en esto, has hecho...». Sin embargo, explicó el Papa, «es más que un juicio: es un encuentro, un encuentro con el Dios bueno que siempre perdona, que perdona todo, que sabe hacer fiesta cuando perdona y que olvida tus pecados cuando te perdona». Y «nosotros sacerdotes debemos tener esta actitud: hacer encontrar». En cambio, «muchas veces las confesiones parecen un trámite, una formalidad», donde todo parece «mecánico», pero de ese modo, se preguntó el Pontífice, ¿dónde está «el encuentro con el Señor que reconcilia, te abraza y hace fiesta? Este es nuestro Dios, tan bueno».

Es importante, destacó el Pontífice, «enseñar igualmente a confesarse bien, de modo que aprendan nuestros niños, nuestros jóvenes», y recuerden que «ir a confesarse no es ir a la tintorería para que te quiten una mancha»: confesarse «es ir al encuentro del Padre que reconcilia, que perdona y que hace fiesta».

Como conclusión, el Papa Francisco invitó a «pensar en esta alianza que el Señor hace cada vez que pedimos perdón». Y a pensar también «en nuestro Padre que siempre reconcilia: el Dios reconcilió consigo al mundo en Cristo, confiando a nosotros la palabra de la reconciliación». El deseo, dijo también el Papa, es que «el Señor nos dé la gracia de estar contentos hoy por tener un Padre que perdona siempre, que perdona todo, que hace fiesta cuando perdona y que se olvida de nuestra historia de pecado».

 


sábado, 2 de abril de 2022

VIA CRUCIS PARROQUIAL DEL 01/04/2022

 Os dejamos unas imágenes el Viacrucis celebrado en nuestra parroquia el primer viernes de abril, con la participación de la Real cofradía de Cristo Yacente y los fieles de la parroquia, el acompañamiento musical corrió a cargo de la banda de la cofradía.

Os damos las gracias a todos los fieles y devotos tanto de nuestra parroquia como de la cofradía por vuestra asistencia, esperamos que esta meditación de la pasión del Señor os lleve a vivir mas intensamente estos días de semana santa que se acercan y acojáis con alegría la pascua y resurrección de Jesús