sábado, 30 de mayo de 2020

Novena a la Virgen de la Salud. Día segundo: Nacimiento de la Santisima Virgen María

ORACIÓN DE COMIENZO

Dios, creador y restaurador del hombre, que has querido que tu Hijo, Palabra eterna, se encarnase en el seno de María siempre Virgen, escucha nuestras súplicas y que Cristo, tu Unigénito, hecho hombre por nosotros, se digne hacernos partícipes de su condición divina. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 1, 18-23

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.

David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amós, Amós a Josías; Josías engendró a Jecomas y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.

Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
–«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrá por nombre Emmanuel,
que significa "Dios–con–nosotros".»

MEDITACIÓN

Para explicar el origen de Jesús, en el evangelio de hoy Mateo emplea un recurso literario utilizado en la antigüedad, que es la genealogía. Las genealogías servían para conocer los antepasados de una persona, y esto era de suma importancia en la cultura de los pueblos del oriente antiguo, en la que el individuo se entendía a sí mismo y era visto por los demás como parte de un grupo con el que establecía una relación de parentela por los lazos de la sangre y de la carne.

La intención de Mateo al comenzar su evangelio con esta genealogía es dar a conocer la ilustre ascendencia de Jesús, que se remonta nada menos que a David y a Abraham, presentándolo así como un personaje muy importante y honorable a los ojos de sus contemporáneos.

Contemplar en este segundo día el Nacimiento de la Santísima Virgen no tiene que evocar en nuestra memoria el recuerdo de nuestros antepasados, de su historia y de sus tradiciones que se han perpetuado de generación en generación, dando como resultado un acumulado histórico donde vamos prolongando la herencia cultural de nuestros mayores a través de la familia. Que el recuerdo de María como madre de Jesús y parte de una familia, consolide en nuestra vida los vínculos de la unidad familiar.

ORACIÓN FINAL

Cuántas veces en nuestras vidas no vemos claro, nos falta luz. Y sin embargo, Dios está ahí, como estuvo hace dos mil años en la vida de la Sagrada Familia de Nazaret. Celebrando el cumpleaños de la Virgen María, aprovechemos para renovar nuestra fe. Unámonos en familia en torno a ella y pidámosle que nos ayude a descubrir siempre la mano de Dios en nuestra vida. Que al igual que María y José, sepamos confiar en la Providencia buscando en todo servir y agradar a Dios. Así sea.

 

 

SAN JUAN DAMASCENO

(hacia 675-749), monje, teólogo, doctor de la Iglesia)

 

Homilía sobre la Natividad de la Virgen María, 1-2

Un madre digna del que la creó

¡Venid, naciones todas; venid, hombres de cualquier raza, de cualquier lengua, de cualquier edad, de cualquier dignidad! ¡Venid con alegría, festejemos la natividad de la que es la alegría del mundo entero! Si incluso los paganos honran el aniversario de su rey… ¿qué deberíamos hacer nosotros para honrar el de la Madre de Dios, por quien toda la humanidad ha sido transformada, por quien el dolor de Eva, nuestra primera madre, ha sido cambiado en gozo? En efecto, Eva escuchó la sentencia de Dios: «Parirás hijos con dolor» (Gn 3,16); y María: «Alégrate, llena de gracia… es Señor está contigo» (Lc 1,28)…

Que toda la creación esté de fiesta y cante el santo nacimiento de una santa mujer, porque de ella nace un tesoro imperecedero… Por ella la Palabra creadora de Dios se ha unido a la creación entera, y festejamos el fin de la esterilidad humana, el fin de la enfermedad que nos privaba de poseer el bien… La naturaleza ha cedido paso a la gracia… Tal como la Virgen Madre de Dios debía nacer de Ana, la estéril, también la naturaleza quedó sin dar fruto hasta que la gracia trajo el suyo. Era preciso que abriera el seno de su madre aquella que debía dar a luz al «primogénito de toda criatura» en quien «todo subsiste» (Col 1,15.17).

¡Joaquín y Ana, dichosa pareja! Toda la creación os es deudora; por medio de vosotros ha ofrecido al Creador el mejor de sus dones: una madre digna de veneración, la única madre digna del que la creó.“


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