ORACIÓN DE COMIENZO
Dios, creador y restaurador del hombre, que has querido que tu Hijo,
Palabra eterna, se encarnase en el seno de María siempre Virgen, escucha
nuestras súplicas y que Cristo, tu Unigénito, hecho hombre por nosotros, se
digne hacernos partícipes de su condición divina. Por nuestro Señor.
Lectura del santo
Evangelio según san Mateo 1, 18-23
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá
engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a
Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a
Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el
rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a
Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a
Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a
Amós, Amós a Josías; Josías engendró a Jecomas y a sus hermanos, cuando el
destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a
Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc,
Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob;
y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado
Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó
que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en
secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un
ángel del Señor que le dijo:
–«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque
la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú
le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el
Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrá por nombre Emmanuel,
que significa "Dios–con–nosotros".»
MEDITACIÓN
Para explicar el origen de Jesús, en el evangelio de hoy Mateo emplea un
recurso literario utilizado en la antigüedad, que es la genealogía. Las
genealogías servían para conocer los antepasados de una persona, y esto era de
suma importancia en la cultura de los pueblos del oriente antiguo, en la que el
individuo se entendía a sí mismo y era visto por los demás como parte de un
grupo con el que establecía una relación de parentela por los lazos de la
sangre y de la carne.
La intención de Mateo al comenzar su evangelio con esta genealogía es dar a
conocer la ilustre ascendencia de Jesús, que se remonta nada menos que a David
y a Abraham, presentándolo así como un personaje muy importante y honorable a
los ojos de sus contemporáneos.
Contemplar en este segundo día el Nacimiento de la Santísima Virgen no
tiene que evocar en nuestra memoria el recuerdo de nuestros antepasados, de su
historia y de sus tradiciones que se han perpetuado de generación en
generación, dando como resultado un acumulado histórico donde vamos prolongando
la herencia cultural de nuestros mayores a través de la familia. Que el
recuerdo de María como madre de Jesús y parte de una familia, consolide en
nuestra vida los vínculos de la unidad familiar.
ORACIÓN FINAL
Cuántas veces en nuestras vidas no vemos claro, nos falta luz. Y sin
embargo, Dios está ahí, como estuvo hace dos mil años en la vida de la Sagrada
Familia de Nazaret. Celebrando el cumpleaños de la Virgen María, aprovechemos
para renovar nuestra fe. Unámonos en familia en torno a ella y pidámosle que
nos ayude a descubrir siempre la mano de Dios en nuestra vida. Que al igual que
María y José, sepamos confiar en la Providencia buscando en todo servir y
agradar a Dios. Así sea.
SAN JUAN DAMASCENO
(hacia 675-749), monje, teólogo, doctor de la Iglesia)
Homilía sobre la Natividad de la Virgen María, 1-2
Un madre digna del que la creó
¡Venid, naciones todas; venid, hombres de cualquier raza, de cualquier
lengua, de cualquier edad, de cualquier dignidad! ¡Venid con alegría,
festejemos la natividad de la que es la alegría del mundo entero! Si incluso
los paganos honran el aniversario de su rey… ¿qué deberíamos hacer nosotros
para honrar el de la Madre de Dios, por quien toda la humanidad ha sido
transformada, por quien el dolor de Eva, nuestra primera madre, ha sido
cambiado en gozo? En efecto, Eva escuchó la sentencia de Dios: «Parirás hijos
con dolor» (Gn 3,16); y María: «Alégrate, llena de gracia… es Señor está
contigo» (Lc 1,28)…
Que toda la creación esté de fiesta y cante el santo nacimiento de una
santa mujer, porque de ella nace un tesoro imperecedero… Por ella la Palabra
creadora de Dios se ha unido a la creación entera, y festejamos el fin de la
esterilidad humana, el fin de la enfermedad que nos privaba de poseer el bien…
La naturaleza ha cedido paso a la gracia… Tal como la Virgen Madre de Dios
debía nacer de Ana, la estéril, también la naturaleza quedó sin dar fruto hasta
que la gracia trajo el suyo. Era preciso que abriera el seno de su madre
aquella que debía dar a luz al «primogénito de toda criatura» en quien «todo
subsiste» (Col 1,15.17).
¡Joaquín y Ana, dichosa pareja! Toda la creación os es deudora; por medio
de vosotros ha ofrecido al Creador el mejor de sus dones: una madre digna de
veneración, la única madre digna del que la creó.“
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