Palabra de Dios: Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de
Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de
la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando donde ella estaba,
dijo: "alégrate llena de gracia, el señor esta contigo... No tema, María,
porque has hallado la gracia ante Dios; vas a concebir en tu seno y darás a luz
un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo
del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará
sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin". María
respondió: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu
Palabra" (Lc 1, 26-38
abreviado)
Meditación: "Chaire kecharitomene, me Kyrios meta sou", "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc 1, 28). Éstas son las palabras – como narra el Evangelista Lucas – con las que el arcángel Gabriel se dirige a María.
El saludo del ángel a María es, por
lo tanto, una invitación a la alegría, a una alegría profunda, anuncia el fin
de la tristeza que hay en el mundo ante el límite de la vida, el sufrimiento, la muerte, la maldad, la oscuridad del mal que
parece oscurecer la luz de la bondad divina. Es un saludo que marca el comienzo
del Evangelio, la Buena Nueva.
fotografía: Marta Pérez
Pero ¿por qué María es invitada a
alegrarse de esta manera? La respuesta está en la segunda parte del saludo:
"El Señor está contigo." Aquí, también, con el fin de comprender el
significado de la expresión debemos recurrir al Antiguo Testamento. En el libro de Sofonías, encontramos
esta expresión "¡Grita de alegría, hija de Sión! ... El Rey de Israel, el
Señor, está en medio de ti...¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un
salvador poderoso" (3, 14-17).
En estas palabras
hay una doble promesa hecha a Israel, a la hija de Sión: Dios vendrá como
salvador y habitará en medio de su pueblo, en el vientre de la hija de Sión. En
el diálogo entre el ángel y María se realiza exactamente esta promesa: se
identifica a María con el pueblo elegido por Dios, es verdaderamente la hija de
Sión en persona, en ella se cumple la espera de la venida definitiva de Dios,
en ella coloca su morada el Dios vivo. María es la criatura que de una manera
única que ha abierto de par en par la puerta a su Creador, se ha puesto en sus
manos, sin límites. Ella vive totalmente ‘de’ la y ‘en’ la relación con el
Señor; está en actitud de escucha, atenta a percibir los signos de Dios en el
camino de su pueblo