lunes, 5 de junio de 2017

DÍA CUARTO: ANUNCIACIÓN DE NUESTRA SEÑORA


Palabra de Dios: Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando donde ella estaba, dijo: "alégrate llena de gracia, el señor esta contigo... No tema, María, porque has hallado la gracia ante Dios; vas a concebir en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin". María respondió: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu Palabra" (Lc 1, 26-38 abreviado)

Meditación: "Chaire kecharitomene, me Kyrios meta sou", "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc 1, 28). Éstas son las palabras – como narra el Evangelista Lucas – con las que el arcángel Gabriel se dirige a María.
El saludo del ángel a María es, por lo tanto, una invitación a la alegría, a una alegría profunda, anuncia el fin de la tristeza que hay en el mundo ante el límite de la vida, el sufrimiento, la muerte, la maldad, la oscuridad del mal que parece oscurecer la luz de la bondad divina. Es un saludo que marca el comienzo del Evangelio, la Buena Nueva.

fotografía: Marta Pérez



Pero ¿por qué María es invitada a alegrarse de esta manera? La respuesta está en la segunda parte del saludo: "El Señor está contigo." Aquí, también, con el fin de comprender el significado de la expresión debemos recurrir al Antiguo Testamento. En el libro de Sofonías, encontramos esta expresión "¡Grita de alegría, hija de Sión! ... El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti...¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un salvador poderoso" (3, 14-17).
En estas palabras hay una doble promesa hecha a Israel, a la hija de Sión: Dios vendrá como salvador y habitará en medio de su pueblo, en el vientre de la hija de Sión. En el diálogo entre el ángel y María se realiza exactamente esta promesa: se identifica a María con el pueblo elegido por Dios, es verdaderamente la hija de Sión en persona, en ella se cumple la espera de la venida definitiva de Dios, en ella coloca su morada el Dios vivo. María es la criatura que de una manera única que ha abierto de par en par la puerta a su Creador, se ha puesto en sus manos, sin límites. Ella vive totalmente ‘de’ la y ‘en’ la relación con el Señor; está en actitud de escucha, atenta a percibir los signos de Dios en el camino de su pueblo

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