lunes, 1 de junio de 2020

Novena a la Virgen de la Salud. Día cuarto: ANUNCIACIÓN DE NUESTRA SEÑORA

ORACIÓN DE COMIENZO

Señor y Dios nuestro, a cuyo designio se sometió la Virgen Inmaculada aceptando, al anunciárselo el ángel, encarnar en su seno a tu Hijo; tú que la has transformado, por obra del Espíritu Santo, en templo de tu divinidad, concédenos, siguiendo su ejemplo, la gracia de aceptar tus designios con humildad de corazón. Por nuestro Señor.

MEDITACIÓN

Como toda mujer de pueblo, María tiene sueños, deseos, proyectos... sin embargo, esta mujer se encuentra cara a cara con los deseos, proyectos y sueños de Dios. Dios quiere algo de esta mujer, y ella se compromete con Él. 

El camino de dejar proyectos que no son los de Dios, el camino de renunciar a los ídolos del dinero, la ambición y el poder, para que Dios reine en la justicia, la verdad y la paz; para que se "haga en nosotros su palabra".

Jesús es el centro de esta fiesta, y su madre es el instrumento fiel para la realización del plan de Dios, por eso la “llena de gracia”. Pero Dios sigue derramando su gracia en su pueblo para que seamos fieles a su proyecto -su reino-, y tengamos la capacidad de llevarlo adelante procurando que Jesús sea el Señor, que seamos capaces de ser hermanos y que “no temamos” ante el desafío porque el Espíritu de Dios nos acompaña.

San Pablo VI dice de María: “La iglesia siempre ha propuesto a María a los fieles como un ejemplo a imitar, no precisamente en el tipo de vida que llevó, y mucho menos por el ambiente sociocultural en el cual vivió y queescasamente existe en el mundo de hoy. Más bien, ella se nos muestra como un ejemplo a los fieles por la manera en que, en su vida propia, aceptó total y responsablemente la palabra de Dios, y actuó según ella, porque la caridad y el espíritu de servicio eran la fuerza que conducía sus acciones. Ella es digna de ser imitada porque fue la primera y más perfecta de las discípulas de Cristo”.

 

ORACIÓN FINAL

Dios mío, gracias por quedarte en la Eucaristía y por darme a María como madre y modelo de mi vida. Contemplar su gozo, su actitud de acogida y aceptación, su humildad, me motivan a exclamar con gozo: heme aquí Señor, débil e infiel, pero lleno de alegría por saber que con tu gracia, las cosas pueden y van a cambiar.

 

Catecismo de la Iglesia Católica

490-493.

«¡Alégrate!, llena de gracia» (Lc 1,28).

Para ser la Madre del Salvador, María fue “dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante” (Vaticano II LG 56). El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como “llena de gracia”. En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios.

A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María “llena de gracia” por había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX: «… la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género.

Esta “resplandeciente santidad del todo singular” de la que ella fue “enriquecida desde el primer instante de su concepción” (LG 56), le viene toda entera de Cristo: ella es “redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo” (LG 53). El Padre la ha “bendecido […] con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo” (Ef 1, 3) más que a ninguna otra persona creada. Él la ha “elegido en él antes de la creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor” (cf. Ef 1, 4).

Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios “la Toda Santa” (Panaghia), la celebran “como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada y hecha una nueva criatura por el Espíritu Santo” (LG 56). Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.


domingo, 31 de mayo de 2020

Novena a la Virgen de la Salud. Día tercero: PRESENTACIÓN DE MARÍA SANTISIMA

ORACIÓN DE COMIENZO.

Señor, ante la imagen de la Virgen de la Salud, vengo a pedirte que me ensanches mi mente y, sobre todo mi corazón, para descubrir mi verdadera familia, mi familia en el espíritu, mi familia en la fe. Está por encima de los lazos de la carne y de la sangre. En esta familia yo descubro a Dios como Padre y a los demás como hermanos y hermanas. A esta gran familia pertenece especialmente María, la madre de Jesús, pero también nuestra madre.

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 12, 46 – 50

Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte». Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».

 

MEDITACIÓN

«¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?»

En el antiguo Israel, el clan, es decir la gran familia (la comunidad) era la base de la convivencia social. Era la protección de las familias y de las personas, la garantía de la posesión de la tierra, el cauce principal de la tradición, la defensa de la identidad.

A primera vista, nos parece que Jesús no tiene un comportamiento correcto con su madre. Todos hubieran deseado que, ante el anuncio de que su madre estaba ahí, hubiera cortado el discurso para saludar dar un abrazo a su madre. Pero Jesús, con este comportamiento, nos está diciendo que a su madre no la podemos encasillar en un esquema meramente “biológico”. Ella es grande porque siempre ha sido “la oyente de la Palabra de Dios”, la que siempre ha cumplido la voluntad del Padre. María va a ser una persona muy especial, un miembro cualificado, en la gran familia de los seguidores de Jesús. Y es que Jesús nunca ha querido separar a su madre, del Pueblo de Dios. En esta maravillosa “caravana de la fe” Ella es la primera. “Dichosa tú, la creyente”. Le dijo su prima Isabel. Y dichosos de nosotros que nos podemos aprovechar de la “palabra” del Señor, vivida, rumiada, asimilada, en el corazón de María.

 

ORACIÓN FINAL

 

Dios Padre, gracias por darme a mis hermanos, por permitirme disfrutarlos y convivir con ellos en mi casa, en la comunidad, en el trabajo, en la escuela, en el deporte, donde quiera que sea, y porque ellos también disfrutan de mi presencia y juntos somos tu rostro, tu Cuerpo, así mismo quiero cumplir con tu voluntad y hacer lo que tú me pides, hay veces que no estoy atento o dudo, te pido me ayudes a entender mejor tus llamados, tus planes y así poder cumplir contigo, mi Señor.



 

La niña María
-¡qué gracia en su vuelo!- ,
paloma del cielo,
al templo subía
y a Dios ofrecía
el más puro don.

Sagrario y mansión,
por él consagrada
y a él reservaba,
es su corazón.

¡Oh blanca azucena!
La Sabiduría
su trono te hacía ,
dorada patena,
de la gracia llena,
llena de hermosura.

Tu luz , Virgen pura,
niña inmaculada,
rasgue en alborada
nuestra noche oscura.
Tu presentación,
princesa María,
de paz y alegría
llena el corazón.

De Dios posesión
y casa habitada,
eres la morada
de la Trinidad.

A su Majestad
la gloria sea dada.
AMÉN.


sábado, 30 de mayo de 2020

Vía lucis. Estación 14 LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO EN PENTECOSTÉS

Para finalizar este vía lucis virtual, que hemos estado estado teniendo estos fines de semana, es nuestro párroco José Luis el que nos trae la bajada del Espíritu Santo sobre los discípulos y que nos alienta en la meditación a en este nuevo Pentecostes que rememoramos y renovamos año a año a dejar atrás nuestros miedo y salir a anunciar el mensaje de Dios al mundo