Decimotercera
estación: Jesús es bajado de la cruz y entregado a su madre
V: Te adoramos, oh Cristo y te
bendecimos
R: Pues por tu santa cruz redimiste al
mundo
Evangelio:
Lectura del
Evangelio según San Mateo 27, 54-55
El centurión
y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba
dijeron aterrorizados: «Realmente éste era Hijo de Dios». Había allí muchas
mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde
Galilea para atenderle.
Meditación:
Para
que los cadáveres no quedaran en la cruz al día siguiente, que era un sábado
muy solemne para los judíos, éstos rogaron a Pilato que les quebraran las
piernas y los retiraran; los soldados sólo quebraron las piernas de los otros
dos, y a Jesús, que ya había muerto, uno de los soldados le atravesó el costado
con una lanza. Después, José de Arimatea y Nicodemo, discípulos de Jesús,
obtenido el permiso de Pilato y ayudados por sus criados o por otros discípulos
del Maestro, se acercaron a la cruz, desclavaron cuidadosa y reverentemente los
clavos de las manos y los pies y con todo miramiento lo descolgaron. Al pie de
la cruz estaba la Madre, que recibió en sus brazos y puso en su regazo maternal
el cuerpo sin vida de su Hijo.
Escena
conmovedora, imagen de amor y de dolor, expresión de la piedad y ternura de una
Madre que contempla, siente y llora las llegas de su Hijo martirizado. Una
lanza había atravesado el costado de Cristo, y la espada que anunciara Simeón
acabó de atravesar el alma de la María.
Rezo del
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
“Jesús,
pequé: ten piedad y misericordia de mí”
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre. Amén
Decimocuarta
estación: Jesús es puesto en el sepulcro
V: Te adoramos, oh Cristo y te
bendecimos
R: Pues por tu santa cruz redimiste al
mundo
Evangelio:
Lectura del
Evangelio según San Mateo 27, 59-61
José, tomando
el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro
nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada
del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí
sentadas enfrente del sepulcro.
Meditación:
José
de Arimatea y Nicodemo tomaron luego el cuerpo de Jesús de los brazos de María
y lo envolvieron en una sábana limpia que José había comprado. Cerca de allí tenía
José un sepulcro nuevo que había cavado para sí mismo, y en él enterraron a
Jesús. Mientras los varones procedían a la sepultura de Cristo, las santas
mujeres que solían acompañarlo, y sin duda su Madre, estaban sentadas frente al
sepulcro y observaban dónde y cómo quedaba colocado el cuerpo. Después,
hicieron rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro, y regresaron
todos a Jerusalén.
Con
la sepultura de Jesús el corazón de su Madre quedaba sumido en tinieblas de
tristeza y soledad. Pero en medio de esas tinieblas brillaba la esperanza
cierta de que su Hijo resucitaría, como Él mismo había dicho. En todas las
situaciones humanas que se asemejen al paso que ahora contemplamos, la fe en la
resurrección es el consuelo más firme y profundo que podemos tener. Cristo ha
convertido en lugar de mera transición la muerte y el sepulcro, y cuanto
simbolizan.
Rezo del Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
“Jesús, pequé: ten piedad y
misericordia de mí”
Bendita y alabada sea la pasión y
muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre. Amén
Decimoquinta
estación: Jesús es puesto en el sepulcro
V: Te adoramos, oh Cristo y te
bendecimos
R: Pues por tu santa cruz redimiste al
mundo
Evangelio:
Lectura del
Evangelio San Marcos 16, 1 – 7
“Pasado el
sábado María Magdalena, María la de Santiago y Salomé, compraron perfumes para
ir a embalsamar a Jesús. Muy de madrugada fueron al sepulcro. Iban comentando ¿quién
nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero vieron que la piedra
había sido ya corrida y eso que era muy grande. Al entrar vieron un joven
sentado vestido con una túnica blanca. Se asustaron pero él les dijo:
No os
asustéis. Buscáis a Jesús, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Mirad
el lugar donde lo pusieron. Id a decir a sus discípulos: Él va delante de
vosotros a Galilea, allí lo veréis tal como os dijo.”
Meditación:
Pasado
el sábado, María Magdalena y otras piadosas mujeres fueron muy de madrugada al
sepulcro. Llegadas allí observaron que la piedra había sido removida. Entraron
en el sepulcro y no hallaron el cuerpo del Señor, pero vieron a un ángel que
les dijo: «Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está
aquí». Poco después llegaron Pedro y Juan, que comprobaron lo que les habían
dicho las mujeres. Pronto comenzaron las apariciones de Jesús resucitado: la
primera, sin duda, a su Madre; luego, a la Magdalena, a Simón Pedro, a los
discípulos de Emaús, al grupo de los apóstoles reunidos, etc., y así durante
cuarenta días. Nadie presenció el momento de la resurrección, pero fueron
muchos los que, siendo testigos presenciales de la muerte y sepultura del
Señor, después lo vieron y trataron resucitado.
En
los planes salvíficos de Dios, la pasión y muerte de Jesús no tenían como meta
y destino el sepulcro, sino la resurrección, en la que definitivamente la vida
vence a la muerte, la gracia al pecado, el amor al odio. Como enseña San Pablo,
la resurrección de Cristo es nuestra resurrección, y si hemos resucitado con
Cristo hemos de vivir según la nueva condición de hijos de Dios que hemos
recibido en el bautismo.
Rezo del Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
“Jesús, pequé: ten piedad y
misericordia de mí”
Bendita y alabada sea la pasión y
muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre. Amén
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