viernes, 1 de abril de 2022

5º VIERNES DE CUARESMA

 

Decimotercera estación: Jesús es bajado de la cruz y entregado a su madre

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos

R: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

 


Evangelio:

Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 54-55

El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados: «Realmente éste era Hijo de Dios». Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle.

 

 

Meditación:

Para que los cadáveres no quedaran en la cruz al día siguiente, que era un sábado muy solemne para los judíos, éstos rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran; los soldados sólo quebraron las piernas de los otros dos, y a Jesús, que ya había muerto, uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza. Después, José de Arimatea y Nicodemo, discípulos de Jesús, obtenido el permiso de Pilato y ayudados por sus criados o por otros discípulos del Maestro, se acercaron a la cruz, desclavaron cuidadosa y reverentemente los clavos de las manos y los pies y con todo miramiento lo descolgaron. Al pie de la cruz estaba la Madre, que recibió en sus brazos y puso en su regazo maternal el cuerpo sin vida de su Hijo.

Escena conmovedora, imagen de amor y de dolor, expresión de la piedad y ternura de una Madre que contempla, siente y llora las llegas de su Hijo martirizado. Una lanza había atravesado el costado de Cristo, y la espada que anunciara Simeón acabó de atravesar el alma de la María.

 

Rezo del Padrenuestro, Avemaría y Gloria

“Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí”

Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre. Amén

Decimocuarta estación: Jesús es puesto en el sepulcro

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos

R: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

 


Evangelio:

Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 59-61

José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.

 

 

Meditación:

José de Arimatea y Nicodemo tomaron luego el cuerpo de Jesús de los brazos de María y lo envolvieron en una sábana limpia que José había comprado. Cerca de allí tenía José un sepulcro nuevo que había cavado para sí mismo, y en él enterraron a Jesús. Mientras los varones procedían a la sepultura de Cristo, las santas mujeres que solían acompañarlo, y sin duda su Madre, estaban sentadas frente al sepulcro y observaban dónde y cómo quedaba colocado el cuerpo. Después, hicieron rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro, y regresaron todos a Jerusalén.

Con la sepultura de Jesús el corazón de su Madre quedaba sumido en tinieblas de tristeza y soledad. Pero en medio de esas tinieblas brillaba la esperanza cierta de que su Hijo resucitaría, como Él mismo había dicho. En todas las situaciones humanas que se asemejen al paso que ahora contemplamos, la fe en la resurrección es el consuelo más firme y profundo que podemos tener. Cristo ha convertido en lugar de mera transición la muerte y el sepulcro, y cuanto simbolizan.

 

Rezo del Padrenuestro, Avemaría y Gloria

“Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí”

Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre. Amén

Decimoquinta estación: Jesús es puesto en el sepulcro

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos

R: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

 


Evangelio:

Lectura del Evangelio San Marcos 16, 1 – 7

“Pasado el sábado María Magdalena, María la de Santiago y Salomé, compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús. Muy de madrugada fueron al sepulcro. Iban comentando ¿quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero vieron que la piedra había sido ya corrida y eso que era muy grande. Al entrar vieron un joven sentado vestido con una túnica blanca. Se asustaron pero él les dijo:

No os asustéis. Buscáis a Jesús, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Mirad el lugar donde lo pusieron. Id a decir a sus discípulos: Él va delante de vosotros a Galilea, allí lo veréis tal como os dijo.”

 

 

Meditación:

Pasado el sábado, María Magdalena y otras piadosas mujeres fueron muy de madrugada al sepulcro. Llegadas allí observaron que la piedra había sido removida. Entraron en el sepulcro y no hallaron el cuerpo del Señor, pero vieron a un ángel que les dijo: «Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí». Poco después llegaron Pedro y Juan, que comprobaron lo que les habían dicho las mujeres. Pronto comenzaron las apariciones de Jesús resucitado: la primera, sin duda, a su Madre; luego, a la Magdalena, a Simón Pedro, a los discípulos de Emaús, al grupo de los apóstoles reunidos, etc., y así durante cuarenta días. Nadie presenció el momento de la resurrección, pero fueron muchos los que, siendo testigos presenciales de la muerte y sepultura del Señor, después lo vieron y trataron resucitado.

En los planes salvíficos de Dios, la pasión y muerte de Jesús no tenían como meta y destino el sepulcro, sino la resurrección, en la que definitivamente la vida vence a la muerte, la gracia al pecado, el amor al odio. Como enseña San Pablo, la resurrección de Cristo es nuestra resurrección, y si hemos resucitado con Cristo hemos de vivir según la nueva condición de hijos de Dios que hemos recibido en el bautismo.

 

Rezo del Padrenuestro, Avemaría y Gloria

“Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí”

Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre. Amén

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