miércoles, 7 de junio de 2017

DÍA SEXTO: MATERNIDAD DE MARÍA


Palabra de Dios: "Por aquellos días salió un edicto de Cesar Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo Gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se cumplieron los días del alumbramiento y dió a luz a su Hijo primogénito, le envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada" (lc. 2, 17)

fotografía: Marta Pérez


Meditación: La maternidad divina de María -enseña Santo Tomás de Aquino sobrepasa todas las gracias o carismas, como el don de profecía, el don de lenguas, de hacer milagros... «Dios Omnipotente, Todopoderoso, Sapientísimo, tenía que escoger a su Madre.
-¿Tú, qué habrías hecho, si hubieras tenido que escogerla? Pienso que tú y yo habríamos escogido la que tenemos, llenándola de todas las gracias. Eso hizo Dios. Por tanto, después de la Santísima Trinidad, está María.
-Los teólogos establecen un razonamiento lógico de ese cúmulo de gracias, de ese no poder estar sujeta a satanás: convenía, Dios lo podía hacer, luego lo hizo. Es la gran prueba. La prueba más clara de que Dios rodeó a su Madre de todos los privilegios, desde el primer instante. Y así es: ¡hermosa, y pura, y limpia en alma y cuerpo!».

Al mirar hoy a Nuestra Señora, Madre de Dios, que nos ofrece a su Hijo en brazos, hemos de dar gracias al Señor, pues «una de las grandes mercedes que Dios nos hizo además de habernos criado y redimido fue querer tener Madre, porque tomándola Él por suya nos la daba por nuestra».

martes, 6 de junio de 2017

DÍA QUINTO: VISITACIÓN DE MARÍA A ISABEL


Palabra de Dios: En aquellos días se levantó María y se fue con presteza a la región montañosa, a una ciudad de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel, y en cuanto oyó Isabel el saludo de María, salto de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo y exclamando con gran voz, dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre; y ¿de donde a mi que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque apenas la voz de tu saludo llegó a mis oídos saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que fueron dichas de parte del Señor". (Lc. 1, 39-45)

fotografía: Marta Pérez


Meditación: asistimos a aquella "segunda anunciación". La que el Espíritu Santo revela a santa Isabel en el momento de reconocer en María a la Madre de su Señor. Estas dos mujeres viven y comparten el mayor secreto que pueda Dios comunicar a los hombres, y lo hacen con una naturalidad sorprendente. Por su parte, María, la llena de gracia, no sólo no se queda ociosa en su casa. Ser Madre de Dios no desdice un ápice de su condición de mujer humilde, de modo que va en ayuda de su prima. Isabel, por su parte, anuncia, inspirada por el Espíritu, una gran verdad: la felicidad está en el creer al Señor.

Cuando alguien se profesa cristiano, su fe y su vida; lo que cree y cómo lo vive, son dos esferas que están íntimamente unidas. Quien piense que "creer" es sólo profesar un credo religioso, adherir a una religión o a unos dogmas, quizás tiene una pobre visión del término. Porque cuando se cree de verdad se empieza a gustar las delicias con que Dios regala a las almas que le buscan con sinceridad.

lunes, 5 de junio de 2017

DÍA CUARTO: ANUNCIACIÓN DE NUESTRA SEÑORA


Palabra de Dios: Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando donde ella estaba, dijo: "alégrate llena de gracia, el señor esta contigo... No tema, María, porque has hallado la gracia ante Dios; vas a concebir en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin". María respondió: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu Palabra" (Lc 1, 26-38 abreviado)

Meditación: "Chaire kecharitomene, me Kyrios meta sou", "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc 1, 28). Éstas son las palabras – como narra el Evangelista Lucas – con las que el arcángel Gabriel se dirige a María.
El saludo del ángel a María es, por lo tanto, una invitación a la alegría, a una alegría profunda, anuncia el fin de la tristeza que hay en el mundo ante el límite de la vida, el sufrimiento, la muerte, la maldad, la oscuridad del mal que parece oscurecer la luz de la bondad divina. Es un saludo que marca el comienzo del Evangelio, la Buena Nueva.

fotografía: Marta Pérez



Pero ¿por qué María es invitada a alegrarse de esta manera? La respuesta está en la segunda parte del saludo: "El Señor está contigo." Aquí, también, con el fin de comprender el significado de la expresión debemos recurrir al Antiguo Testamento. En el libro de Sofonías, encontramos esta expresión "¡Grita de alegría, hija de Sión! ... El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti...¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un salvador poderoso" (3, 14-17).
En estas palabras hay una doble promesa hecha a Israel, a la hija de Sión: Dios vendrá como salvador y habitará en medio de su pueblo, en el vientre de la hija de Sión. En el diálogo entre el ángel y María se realiza exactamente esta promesa: se identifica a María con el pueblo elegido por Dios, es verdaderamente la hija de Sión en persona, en ella se cumple la espera de la venida definitiva de Dios, en ella coloca su morada el Dios vivo. María es la criatura que de una manera única que ha abierto de par en par la puerta a su Creador, se ha puesto en sus manos, sin límites. Ella vive totalmente ‘de’ la y ‘en’ la relación con el Señor; está en actitud de escucha, atenta a percibir los signos de Dios en el camino de su pueblo