fotografía: Marta Pérez
Palabra de Dios: "Entonces
dijo María: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en
Dios mi Salvador, porque se ha fijado en su humilde esclava.
Pues mira, desde
ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho tanto
por mí: Él es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en
generación. Su brazo interviene con fuerza, desbarata los planes de los
arrogantes, derriba del trono a los poderosos y exalta a los humildes, a los
hambrientos colma de bienes y a los ricos despide de vacío. Auxilia a Israel su
siervo, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros
padres, a Abrahán y su descendencia" (Lc. 1, 44-55)
Meditación: Ahora María, ya en el Cielo, comprende en su totalidad la misión que Dios le ha confiado. Porque María, como Jesús, no va a estar ociosa mientras goza en plenitud de la gloria de Dios. Ahora sabe bien lo que es ser la Madre de aquellos hijos que Jesús le confiara desde la cruz.
Madre de la Iglesia, ha de vigilar con ojo
atento a los pastores igual que a los fieles, a fin de que la Iglesia realice
la obra del Reino de Dios hasta llevarlo a término final.
Madre de todos los hombres, tiene que tener el cuidado de todos y de cada uno, hasta que los vea seguros a todos dentro del Cielo. Allí no puede faltar ninguno de los elegidos.
Para realizar esta su misión de Madre, Dios la constituye Medianera de todas las gracias que nos mereció Jesús con su pasión y muerte redentoras.
Madre de todos los hombres, tiene que tener el cuidado de todos y de cada uno, hasta que los vea seguros a todos dentro del Cielo. Allí no puede faltar ninguno de los elegidos.
Para realizar esta su misión de Madre, Dios la constituye Medianera de todas las gracias que nos mereció Jesús con su pasión y muerte redentoras.
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